miércoles, 10 de septiembre de 2014

Bueno si, yo fui una adolescente con ansiedad social.


Cada vez que mi mamá gritaba a medio guiso mi nombre o el de mis hermanos, pedía a Dios que fuera alguno de mis hermanos quien acudiera a su llamado antes que yo, era casi seguro que necesitaba algo de la tienda con urgencia. Mi hermano el de enmedio era quien casi siempre se ofrecía a cumplir con la tarea, pero había ocasiones en que no estaba cerca y entonces era a mi a quien le tocaba la ida a la tienda. Y entonces comenzaba la tortura.

Para que lo entiendan un poco, desde el momento en que mi mamá comenzaba a gritar  yo empezaba a sentir una gran preocupación seguida por una punzada en el estomago y el pecho, mientras los gritos se repetían mi corazón se aceleraba y mis manos poco a poco se ponían frías, si acasi era yo la designada para ir por el encargo, un calor súbito se trepaba a mi cara y el sudor aparecia en mis manos y pies, una vez que cruzaba la puerta y salía directo a la calle comenzaba a marearme, en otras ocasiones perdía el equilibrio y caminaba en zig zag, mi respiración aumentaba con cada paso, solo veía al frente y voltear o ver hacia izquierda y derecha era una acción que me obligaba a hacer, dejaba de oír todo a mi alrededor, caminaba veloz y perdía detalle de todo, miraba sin mirar. Para lidear con todo eso (que me pasaba en un lapso no mayor a los diez minutos) me refugiaba en mis pensamientos, llevaba a cabo grandes debates sobre variados temas, reflexionaba, analizaba, discutía o creaba intrincadas historias, contaba palabras o vocales en las palabras y al final casi siempre olvidaba porque cosa me habían mandado.

Creo que a base de tratar de superarlo por mis propios medios, de cierta forma deje de padecerlo y digo de cierta forma, porque hay veces en que de repente aparece, solo que ahora se como se resuelve.

Si tu sufres de esto busca ayuda y no trates de resolverlo tu solo, porque puedes tardar años en hacerlo como lo hice yo y si conoces a alguien así dale su espacio y no lo juzgues, tampoco esperes que salga por completo de su caparazón, así que aceptalo como es.

martes, 9 de septiembre de 2014

Y al comienzo solo había palabras.

Desde que aprendí a escribir, es ha eso a todo lo que me he querido dedicar, no escribo, no estudie letras y sin embargo nunca he dejado de hacerlo, de niña comencé escribiendo poemas y cartas a mis papás, de adolescente escribía cartas de amor a mis amigas cual Cyrano de Bergerac, he escrito diarios toda la vida, mis pensamientos, cuentos, historias, ideas, etcétera, etc.

Nunca he sido más feliz que cuando escribo, a veces solo lo hago de manera mental cual soliloquio y todo cuanto ahí escribo es buenísimo; aunque nunca lo paso a la hoja, en cierto modo no quiero perderlo. He llegado a pensar que escribo por escribir y en otras ocasiones solo lo hago para mi, pero en secreto deseo poder ser leída por los demás.

Con las palabras nunca me he comunicado mejor que de forma escrita, si las pasara por mi voz perderían fuerza, se convertirían apenas en un susurro, en un molesto pitido.

Para mí las palabras valen porque puedo leerlas, por estar impresas y dejar el mundo de la virtualidad para convertirse en seres reales.

Amo escribir, tanto como un niño ama jugar, voy a dejar de temer a las opiniones de los demás, es hora de que deje nacer a mis palabras que dejen de ser sola mías para regalarlas al mundo.

Alejandrina Vagabunda.